viernes, 30 de agosto de 2019

Refugio

Una burbuja de metal eclosiona con un "pop" discreto,
barrunta la red de las palabras,
agria la traquea,
seca los oídos,
transforma los brazos en cera en proceso de secarse,
los susurros retumban,
como si el sonido perteneciera
a otro tiempo.

Tras la burbuja, no queda nada,
tras esta acumulación de barro acelerado
y de ligera agonía incatalogable.

¿Cual es esa posición destemplada
donde me ha llevado?
Aquí hay carriles negados,
ilusiones cuestionadas,
instrumentos desolados sin dueño
que contemplan el ligero tránsito del polvo.

La agonía sin nombre tiene una manera peculiar de torturar,
marca su presencia con un martilleo sordo que se cuela entre risas ordinarias,
y que solo puedes justificar como un ocasional desinfle del ánimo,
por no echar gasolina al drama.

Aunque con estas palabras,
un timbre desconocido y vehemente
marca su presencia en mí.
Parece novedoso,
pero lo noto como si siempre hubiera estado.
Es un enfado tosco, pero fondeado más allá de las cortezas que puedo describir.
Es resentido, radical, prevenido y esta ataviado de grandes resortes para sobrevivir.
Sabe que puede tocar con su mano
mis paredes blancas
y teñir las vivencias, de anécdotas congeladas.
puede deponer mi misión en una viñeta, tras otras,
tras otra...

No llora, no se lamenta,
no induce terror.
Solo agarra,
anulando las pupilas,
haciéndote recordar lo que nunca olvidas.

En su refugio hay hastío,
pero no hay pérdida,
hay dureza, pero
(tras un rato sin luz) hay algo parecido
a serenidad.
No hay formas
y así
nada se cuestiona.
No hay conductores porque las ilusiones,
se desvanecen
al rato de nacer.

Es el acomodaticio espacio que a veces se descubre
al estallar la burbuja,
esa frente anestesiada hace presencia de súbito,
desfloreciendo los motivos que encontré para seguir... un camino.

Me regreso, sin pelo, a este refugio,
donde, acurrucado sobre mi mismo,
lo inmediato pasa a ser un recuerdo
y, lo que acontece, un estertor lejano.

Aparece para vestirme de nuevo
y recordarme (como tantas veces)
que si la historia brilla puedo ceder a la invidencia,
que todo puede ser y no ser,
que yo elijo:
qué entra, qué sale, qué se queda.
Me recuerda (como tantas veces)
que ante el ruido agudo de los sucesos pasar,
que ante el crecer masificado de un tallo,
y que ante la irrisoria ilusión por los proyectados días,
solo hay un chispazo.

Y un después.

Y nada.


31/08/2019 - Francisco Andreu