Cuerpos incongruentes
mecidos en sus más
profundas expectativas.
Expectación
por lo bello,
perdido del
atisbo de un cuidado,
un juego sutil o infinito,
una dulce condena innombrable
que efervesce en la cúpula
de las pirámides,
el infinito buscándose
sentido a sí mismo,
átomos sueltos
declamando su coherencia,
melodías sueltas
y depuestas a la gruesa danza
de tantearse en el cambio.
En ese extenso nudo nos hallamos
buscando confort en el marketing,
protegiéndonos de no sentimentalizar la soledad,
cuestionando el valor de una mirada honesta,
descansando las manos en agua,
acompañando un camino
que nunca
se haya,
revistiendo la angustia de opulencia
desparramando el amor en charcos,
y finalmente,
renovando la energía de mis
incesantes pasos.
11-12-22 (tras marcha de Elena)
)