que trasuntan mi pecho.
Agrios y dulces soles.
La pequeña grandeza,
pavor y desafío,
ácida tibieza,
blanca firmeza.
Estos soles se disuelven
y renacen en mi pecho,
navegan en un espeso, y contradictorio,
mar rojo,
centelleando ante el golpe
de cada ola
-como un ojo inconsciente
que se desvela en la noche
por un segundo-.
Estos soles mienten, y revelan a la vez,
lo indecible.
Ilustran mi solidez, en el endeble vértigo
al vacío.
Estos soles se llevan
y te llevan.
Desaparecen del plano, como un rápido espejismo
de pisar lo descubierto,
de moverte a lo nuevo,
que no es más que abrazar
lo que siempre estuvo.
Agosto de 2021