viernes, 28 de septiembre de 2018

Solo tú

Desprendido de instintos vacuos
que se soportan en alambre endeble.

El alambre endeble toma las circunstancias pasajeras,
las torna vitales, significativas y perniciosa
e ilusamente egocéntricas.

Tu garganta reacciona como el respirar de un sapo,
cabalga sobre ensoñaciones y se eclipsa
ante la inminente realización
de la fantasía comprometida
con nada.

Los fracasos sucesivos
habitúan el alambre a la
reafirmación constante
y la escucha insensible.

Su constante prueba caprichosa te aleja de "yo".

Abrir un resquicio en su ocre aspereza.
Sentir el halo de aspiración
que empapa el tiempo.
La prisa deja de corretear,
la mirada se pausa
y el movimiento se acompasa, sereno.

Los ocres alambres solo llevan
al repaso de las ruinas,
que en cada segundo intentan erigirse
ante el encuentro desesperado de pretextos.
con tal de no asumir
el tono del polvo vigente y
su falso esplendor.

27, Septiembre, 2018

domingo, 23 de septiembre de 2018

No quiero urgencia del tiempo

24 de Septiembre de 2018.

El tiempo tiene una conducción demasiado veloz. Es audaz, fibroso, efímero y vertiginoso. Tal es así que a veces inflama en mi, como una protuberancia en mi mente, el deseo de querer asir todo lo venidero, de llevar a cabo y realizar eso que siempre requiere pequeños pasos, esfuerzos sometidos peldaño a peldaño. La prisa a veces me corroe, se activa y me engarrota, engarrotando mi atención obsesionándome con mis objetivos, despuestos compresivamente en mi lista de tareas por hacer. Me aisla, me asfixia, me deja sin conducción, sin espontaneidad, sin fluidez. Gestionar mis diligencias bajo la dominancia de la urgencia del tiempo es, por mucho que a veces se refuerce, una dinámica que no quiero que me represente.

martes, 4 de septiembre de 2018

Un agujero


Un agujero,
ciego.

Un agujero que atempera
las mejillas,
que las diseca,
que anula el tiempo
y deja un fantasma
de lo que está sucediendo.
Un agujero,
de prisa descomunal,
de huida tempestuosa,
de palabras que no llenan,
de triste trauma
ante lo que aun no ha sucedido.

De miedo.

Un agujero,
de querer estar solo,
pero no saber estarlo.

un agujero de imanes truncados,
de esperanzas sin aliento,
de carnalidad fulgurante
y a la vez muerta.

Una paz de títulos,
de revestimientos,
de lágrimas olvidadas,
de desesperanzas acumuladas,
de llanuras sin recorrer,
de rincones conocidos
donde se practica el lamento
y la arrogancia.

Un agujero,
que está aunque se ignora,
que tiene armónicos, tonos,
figuras, sombras y una clara instancia.

Un agujero de contenciones,
de pobres dramas,
de caminos de pecho dolorido,
de narrativas conocidas,
de traqueas atrapadas,
de cansancio. Y rebeldía.

Rebeldía.
Rebeldía ante
El dolor ignorado
que empapa paradójico el espacio,
que depone al pensamiento de soslayo,
a la emoción como una anécdota,
a los valores como transcripciones de un libro.

Agujeros que desconectan
del llanto.
Llantos,
que céntricos,
te devuelven el agua y la significancia
al resto.

Permíteme la metáfora de la luz.

4-9-18