Hay un sentimiento de fortuna,
que se diluyó y traspuso en el margen,
se aparcó transitoriamente
para abrirse a la contienda
de lidiar con la atrocidad.
Me agria el pecho,
pero su acidez se expresa mansamente
como el respirar de una ballena.
Que ricas vestimentas me da la vida
¡Qué de regalos! Qué fácil es dejarse
arrastrar por esa inmensa corriente,
y qué difícil es comprender ese disparo a la vida,
ese furtivo silencio,
ese atentado al fuego latente
que uno cree que todo el mundo tiene.
Que sencillo parece todo desde estas aguas,
por eso aparco mi fortuna,
para hacer un homenaje a esta atrocidad,
a esta ilógica decisión…
Si es que hubo algo que se decidiera.
Mis lágrimas no hacen justicias a las tuyas,
pero es lo único que puedo hacer.
Mi fortuna está custodiada,
y aguarda detrás del infinito y de la vacuidad
de todos nosotros.
Déjame sentir esta angustia un rato…
9-7-23
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