Si dieras pausa al aplomo y el tesón,
si pararas y entregaras la quietud
(la falta de objetivo)
en un momento prolongado casi hasta lo atemporal...
...allá donde se fraguan las ideas más completas,
allí donde las manos suaves y sinuosas dan forma a la arcilla;
esa arcilla que deja de ser una parte elemental del todo,
que la prisa y el arrojo te hace defender con arrogante extenuación.
Esa arcilla se expande, más allá del blanco y el negro,
más allá de los juicios impetuosos,
de las defensas ordinarias ante lo distinto,
Esa arcilla se expande para abrazar el todo,
y cuanto más se expande menos sólido se vuelve su núcleo,
menos obsesión soportas por abrazar las verdades,
y más consiente la incertidumbre.
La sabiduría es abrazarlo todo
sin buscar respuestas,
solo disponiendo un dulce ánimo
para que éstas emanen naturales;
como las ranas que abren sus ojos de súbito
para contemplar el húmedo bosque y el misterio de la luna.
Sumérgete ahí.
Y no digas nada,
salvo lo que ya esté dicho antes de que la palabra
sea formulada en tu mente.
Y ahora acoge el pecho,
abraza la esencia indecible.
Acoge el espejismo de la linealidad del tiempo,
naturaliza el fin tanto como los comienzos,
contempla el ciclo natural de todo cuanto existe
"hola" "adios"
Puede que una cubierta te arrope y te calme,
pero no viene del exterior, no viene de ningún lado,
una película de que hay una verdad más allá de lo que ves,
piensas o escuchas. Esa película ofrece candor y una serenidad infinita.
Si se cultiva, y toma presencia, puede que atempere los estertores periféricos,
tal como un tierno fuego puede aclimatarte y evaporar la escharcha.
Puede que esos problemas tan irrenunciables, categóricos y obsesivos
acaben por desdibujarse, o redibujarse, o dibujar una sonrisa sutil
detrás de la inexpresión de la melancolía,
puede que las soluciones emanen tal como el sueño de la noche, el que es esperado y merecido.
Todo es todo. No se deja ni un resquicio. No hay ni una pieza que merezca discriminación, que no requiera contemplación. Incluso el odio puede acogerse con compasión.
Ese vapor cultivado que nace en un lugar, pero en ningún lugar,
que muere y se extingue, pero nunca deja de estar presente.
4-1-25
(sin revisión)
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