sábado, 26 de febrero de 2011

¿tan importante es el resultado?

Cuando dirijo la atención al punto más céntrico de mi cráneo.

Un imán reactivo me devuelve impetuoso y me plasma en la cáscara del cráneo.


Seguidamente lo vuelvo a intentar.

Me acerco más lentamente, con un transcurso más aberrante.

Pero nuevamente, vuelvo a ser expulsado a la superficie.


Tras varias veces de ese intento frustrado, me doy cuenta de que

el intento por transcribir mis sentimientos al papel, era una técnica artificial,

excesivamente dirigida.


Y el alma. No quiere un notario como confesor,

tampoco un suntuoso testigo que sistematice sus sentimientos,

e intenten crear algo incompleto para su significado

en un poema sin fondo.


Lo intento mirar. Sigo intentándolo. Me devuelve la mirada, ¡con rechazo!.


En algunos momentos, me acomplejo de mi estrategia de reflexión,

¿debería cambiarla?

El problema es que si decidiera cambiarla;

antes tendría que pasar por ninguna.


Y lo asustadizo no es intentarlo y ser rechazado.

Lo asustadizo es desistir incluso de ese intento.

Al menos de mi precario intento se percibe alguna dinámica

(confiero, al menos, este nefasto sentido).

Pues si carezco de estrategia, infiero erróneamente,

carecería también de alma.



16/02/11

No hay comentarios:

Publicar un comentario