jueves, 15 de mayo de 2014

¿Es ella o soy yo?

Caer en ese perfil odioso que ella me transmite. "La maltrato", "tengo mala leche", y la posición a la que me induce, rebatiendo todo lo que digo. Su tendencia incondicional a la rebeldía, su naturaleza renegada, su distancia.

Al final siempre acabo odiado a las mujeres que acaban cerca de mi. ¿Y esto de pensar en lo correcto?
A saber las razones por las que esta programación fija para excluirla se disparó.
Pero lo cierto es que cuanto más la tengo en mi vida más me irrita. Y lo triste, destructivo, y lo que me permite sentir que no tendré nunca control, es que no se POR QUÉ.
Pero pensándolo, por encima todo, puedo entender lo nuestro como tan idílico como al principio.

Supongo que tendré que bajar la mente y subir la emoción.

Dejarme de casos omisos y aceptar que hay cosas que sencillamente no funcionan.
Que lo entiendas o no, es quiza cuestión de resistencia inicial
(justo antes de tirarte en parapente dudas de la seguridad de los arneses).

Pues nada, lanzarse y que sea lo que dios quiera. además, pero qué cosas digo, si ya tengo experiencia.
Me resisto a abandonar porque, aún habiendo luz dentro, me falta esa vida en ámbar donde arder,
ese confiar por cosas que hay debajo del iceberg.

Lo que va en contra de la experiencia es la experiencia misma, que reduce esta relación a un modelo realista. Pero pensando (un poco de terreno pantanoso). ¿Estoy aquí porque quiero?
(un círculo vicioso antes de cenar) Tengo que enfrentarme a mis "esto es así porque yo lo digo"
"porque me pones celoso". Y esas afrentas de mi mismo
¿Son consecuencia de una confianza malelaborada? ¿Consecuencia de un afecto pocas veces elevado?
¿Puedo elegir? ¿O debajo de la piel siempre respiran los mismos animales nocturnos?
¿Es ella solo una celda que hace más o menos confortable mi intento de subsistir?
¿Es eso amar? ¿Es eso no saber amar?

Como no van a haber psicólogos con esta desimplementación de modelos,
como no va a haber normalización, equipos de fútbol, líderes de masas,
endiosamientos y vírgenes emergidas, lectores de destinos y astringidores de cogniciones.
Como no va a haber posiciones si el que lo escucha todo se siente como una barca atrapada en la corriente.

Yo sé, y no sé. Siento y no siento. Mi toma de decisiones está a merced
de un histograma que cambia según que enfoque. Una mosquitera renueva
su pegamento mecánicamente. Las moscas estampan sus cuerpos, caen, y dejan
paso a otro panorama.
¿Ciclo lunar? ¿Menstruación? ¿Interdependencia multinivel?

El problema es entender la vida misma hecha de contradicciones
y tener que acoplarte a una realidad
que reclama modelos para vincularte.

Libertad es asumir la complejidad de un todo creciente,
explorar y dormir con lo estrambótico, extender las malformaciones,
evitar los cuellos de botella, y quizás, estar solo.

¿Es ella o soy yo?
Que tremendamente gracioso es seguir hablando de este asunto,
habiendo cambiado el tema por completo
aunque sintiendo el eco imanente de una aflicción lejana
en cada palabra.
¿La escuchas?
Créeme, no es una ironía sana.

Esto no es subir la emoción y bajar la mente.

Esto es hacer el esfuerzo supremo de levantar mi decadencia herida,
arrastrarla hasta arriba,
y pulsar la luna con el pulgar para que baje la marea.
Y ahora, una sonrisa con patas de gallo y también con ojeras.
Un llanto
¿De veras no lo ves?

Es un llanto claro y melancólico,
porque mientras me elevo me duelen los ojos
y a mis enfermos recién caídos los amortajan,
a algunos les levantan estatuas.

Los ojos me duelen un poco menos,
se adaptan a la luz,
Pasan las siguientes fortalezas,
tiempo de proteger a nuevos niños.

Doloroso es ver la extensión del terreno
despues de casi ahogarse.
Esa sensación de casi tener un accidente, no morir de milagro.
Pero una parte de tí murió, un miembro fantasma al revés,
las espectativas de morir te mataron, y eso reverbera mucho tiempo.

Muero, porque ahora que veo esta inmensidad lograda,
me llega la sospecha kafkiana
de si me dejé alguna parte allá abajo.

Quizás, ya ha dejado de gustarme.

15-5-14

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