lunes, 21 de mayo de 2018

El valeroso rescate de un cobarde

Toda una contención de cascadas se ha desparramado. 
Un flujo constante de ficticios rescates devoran mi frente con fugacidad.
El tiempo advino en urgencia, 
con un intempestivo pronostico de arrepentimiento y entrañas.

Detrás de el brote de fuego y ternura, 
detrás del impacto donde comienzas las dudas y 
las remilgosas retículas del razonamiento, se encuentran acompasados 
los lentos tragos y causas de inacción: 
se mantiene templada y ecuánime una, infundamentada pero a la vez firme, 
esperanza de que este camino humano de clichés, narrativas y rituales que me empujan a la condición de pagano, otorga una templada, decorosa y adulta claridad ligado a un incorregible, descabellado e irracional, principio de esperanza. 

¿Debería reproducir el guion? ¿Debería converger con el lego y designar mis ensoñaciones con consistencia? ¿Debería negar su asomo de quimera? 
Hacer eso conllevaría también aceptar el eludible, extrañamente coherente e incrédulo, otro principio, de que esto es un sentimiento -no supremo, pero si ponderado con mi esmero a testar la realidad que, dolorosa y hermosa, ambos compartimos-. 

                                                                                                    19 de mayo 2018

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