El crecimiento de lo que vive,
(puesto en cámara rápida)
es una demostración de la tendencia a la arquitectura
perfecta.
Cuando uno CONTEMPLA lo que es y ha sido
durante millones de años;
se pierde la aprensión al error,
el miedo al fracaso,
y parece que todo está donde tiene que estar,
y se asienta la idea de que la destrucción está al servicio
de una causa mayor,
y de que la muerte no es tan... tan... dramática como cree nuestro
ego.
Pero tampoco caigamos en banalidades espirituales,
ni vayamos a embarcarnos en vacuas canoas
que nos lleven a levantar el estandarte de un misticismo
ingenuo,
o a evadir el misterio mismo de existir.
Miremos la arquitectura de la naturaleza;
riámonos de los nidos de cucarachas así como de nuestras
propias contradicciones,
encontremos un tamiz en el fondo de nuestro pecho
que nos de esperanza y tesón para afrontar y aceptar el
juego,
y mantengamos esa motivación encapsulada
tanto en lo trascendental
como en las domésticas tazas de café matutinas
y las diatribas de la inmediatez.
6-12-25
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