Alguien cose las fuentes del drama y
así aisla su corriente,
neutranlizándola primero, para luego
transformarla en la serenidad
que corresponde al origen convergente
de toda dispersión del sufrimiento.
Irrisorio y ya anecdótico agobio, debido a la ausencia de esfuerzo de no concatenar
sensaciones con conceptos entendibles.
Reconocer la dictadura a la que se
someten las
explosiones de inspiración, su
asqueroso círculo
de dependencia, de autorregulación
homeostática,
de adicción benigna que zarpa discreta
en los chaquetas
de los galanes protegiendo la doblez
de sus sonrisas
del umbral de la insostenibilidad.
Reconocer la arbitraria función de los
nombres, de lo
universalmente aceptado que pende con
metalizado y
ciego hilo de la intrincada e
intransferible necesidad
del subsuelo de la existencia, aquella
que galopa cómicamente,
escondiéndose intransferible entre
los irrelevantes pasos y cortejos
de humanos, que miran obcecados sus
objetivos conceptuados,
escondiendo bajo la sutura artificial y
maquillada de su piel su naturaleza bestial.
La relatividad de todo ente anula toda
conexión arbitraria que da sentido
a una mera identidad, tan descubierta y
avergonzada que se niega a eregirse
como piedra angular del sentido de
vivir. El discernidor tampoco pretender
hacer aspirar la
omniscencia a una supracategoría celestial que ratifique la paz creada
con engaño en tierra pagana.
Una erección huída de su objeto
erótico crea un agujero negro cuando pretende
eyacular en abstracto, y las vísceras
son vísceras, con protofunciones a las cuales
se somenten como testigos silentes,
como ojos de gato apabullados por el cambio
del día a la noche.
Un espíritu diferenciado del cuerpo,
abrupta separación, decide burlón jugar con la
respetada y paródica linea que los
separa, y danza como un conejo seductor
arrastrando imanente les venas del
cuerpo, barriendo células muertas y tensando los huesos.
Por lo que más se adolece la acongojante víctima es
por la tensión del inentendible evento, por la rasgadura
agresiva de conceptos, doloroso descimiento de nodos centrales
de su insignificante pero inflamado sentido.
Placidamente como testigo que danza ya me he convertido en
nada.
6-3-13
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