viernes, 13 de febrero de 2015

CHAN CHAN - EL POEMA QUE NO LLEGA

Hay canciones que te recuerdan
que todo el que escribe está siempre en busca
de un único poema.

Hay canciones, que hacen que los llanos momentos resuenen,
que las fábricas parezcan lugares de recreo,
que las rutinas de vivir y morir resulten inusualmente llevaderas.

Hay canciones que emancipan las llamas de las mechas,
y las hacen levitar a todas juntas como anfitriones de los que se marchan.

Pero ese poema último nunca llega
porque, cuando se le ponen palabras, se escapa,
igual que el aire en las manos.

¿Cómo explicarlo?
Está en la canción:
Cada momento se respeta,
y la queja de cada instrumento merece ese momento;
y aunque se repita una y otra vez la misma frase,
la música cada vez embriaga más,
y más parece que esa frase jamás se haya dicho.
Parece como si al que reunió los instrumentos
no le hubiera importado acometer ese esfuerzo
y bajar de la cumbre de ningún lugar
para transmitir con su voz un susurro
que no llega a culminar, pero que a todos nos cala.

Y ahí se encuentra el poema inalcanzable,
y por inalcanzable se hace eterno.
Además, en él se reúnen
las pérdidas vividas,
sus duelos, las veneraciones;
y la ecuánime y suave sentencia
de saber que el tiempo es un relámpago sin ruido,
un tener que volver a mirar mientras el ojo viva,
de saber que la pena por los que se marcharon
es una miscelánea de su adiós y nuestra propia partida




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