martes, 1 de marzo de 2016

Ruedas

Una repentina actitud vehemente
parece dar perspicacia al ojo,
parece volver locuaces los brazos,
neutralizar los miedos
y coordinar la acción,
como una maquinaria perfecta.

Si se diamantara lo que se anhela,
si se guardara con seguridad
lo que se valora,
no habría recelo al agarrar muestras legítimas,
no habría viajes errantes,
ni olas que volatilizaran las palabras.

Si no se fuera de una sala a otra,
las rodillas levitarían
y no se reclamaría ser creído con tanta urgencia.

Si no se fuera solo el plástico de las ruedas
las desavenencias no liquidarían la firmeza de los pasos,
la contradicción no sería una bandera,
y uno sería menos su enfermedad,
y más su propia incoherencia tolerada.

Si se fuera vigía,
la retórica declamaría el doble sabor de lo insulso
la risa despertaría ante la forzada precisión de la prisa.

Si no nos tomáramos a nosotros mismos en serio
las quemaduras pasarían a ser
fragancias fragantes y ecuánimes

Si ningún tono provisional fuera ontológico,
si lo pasajero trascendiera en lo eterno,
si se confiara en el caos;
no habría aguijón en los dictámenes,
deuda en las promesas,
ni fraude en las caricias.

Si se supiera esperar,
el instante no amenazaría
con hacer más grande la rueda al rodar...

...y nunca explotaría.


1/3/16


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