jueves, 25 de febrero de 2016

DOS COLGADOS - Diálogo que favorece convertir el sufrimiento en dolor -

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué haces esto?
- No sabría explicártelo, de hecho, tú tampoco puedes explicarlo.
- ¿Insinúas que no tienes motivos para estar presente?
- Claro que los tengo. Si no no lo estaría. Lo que está claro es que motivos hay, ya sean antecedentes o ya sean las mismas consecuencias inmediatas que ocasiona mi presencia.
- ¿Y cual de esos motivos crees que predomina?
- Querido. Te tengo desconcertado, sometido, castigado. Dejas que mis dictámenes determinene tu ocupación y tu preocupación. Mientras tú te preguntas, por qué estoy aquí yo solo veo tu resignación tu desconcierto. Quizás solo estoy aquí por y para eso, desconcertarte.
- Hacía mucho que no venías
- y tú creíste que no podría volver
- Nunca tengo en cuenta que puedes aparecer mientras no lo haces. Aunque esta vez parecía que no volverías.
- Te desmonté el chiringuito.
- ¡Me resisto! ¡Me niego a ello!
- Reconozco, y eso lo sé, que es difícil leerme, llevarse conmigo, computabilizarme
- Lógico, eres lógica. Y pura desesperación.
- La desesperación es la forma que tú me das. No puedo ser más que eso, cuando estoy presente lo tiñes todo de gris, nada tiene sentido.
- ¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí?
- Quizás, que me escuches, que guardes un hueco para mí, que nos permitas construirnos.
- No sé si puedo. No sé si quiero. Pero reconozco que sé a lo que te refieres. Ahora, al hablar contigo, al escucharte, tu voz resuena suntuosa, sobria, importante.Y agitas de algún modo el corazón. Pero sin embargo, das miedo, no puedes estar aquí tal como lo deseas. No puedes cambiarlo todo a tu antojo.
- Nunca he podido hacer eso. Tú siempre has elegido que la mejor opción es que me vaya y lo he respetado.
- ¿Y por qué vienes ahora?
- ¿De verdad no lo ves?
- ¿Ver el qué?
- Tú me has llamado. Tú me has convocado. Todo en la vida son decisiones, y lo sabes, te has dado cunta quizás de que no puedes vivir siempre fingiendo que estás entero, porque estás flagelado. Tú eres el que interpretas las cosas a tu antojo.
- No
- Sí. Cuando no estoy no te preocupa mi ausencia. Pero ahora te preocupa que me vean. Puede que mostrando tu desesperación estés siendo más honesto y transparente que de cualquier otro modo.
- No tienes claridad. Tú solo exploras las carroñas, generas círculos viciosos, motivas en mí el instinto de escapar ¡Pero no me dejas escapar!. Te quedas en silencio, oculto, obnubilas mi mirada, me destonificas y descoloras el juego. No me das nada, salvo ese hueco discreto que quiero callar. Y solo lo consigo olvidándote.
- ¿Pero qué soy para ti? ¿Quién soy?
- Eres desesperación, eres melancolía, eres desesperanza, eres un sueño demasiado alto, que perpetúa sangrándose en sus propios añicos.
- ¿Ahora soy eso?
- Ahora has cedido a hablar y aparcado el tono depresivo con el que te identificas
- ¿Me identifico yo o me identificas tú?
- ¡Basta!. ¿No te das cuenta?. Eso es lo que haces, apareces con tu hipnotismo, tus frases culpabilizantes, tu miedo. Eres pretencioso, crees que no soy nada sin ti, te ríes de mi en la reserva silente. Aun cuando no estás te regodeas mientras esperas a aparecer para reírte y presumir de lo muy iluso que me creía por creerte desaparecido. Presumes de tu poder y tu poder se refuerza mientras presumes.
- Te equivocas
- Ah, ¿sí?
- Nunca me voy. No soy un simple expectador pasivo, no soy oprimido. Solo me moldeo a ti, incluso me hago tu amigo con tal de estar presente. No puedo desaparecer, tú tampoco, somos unidad. Es lección básica y eso lo sabes.
- Sé que tienes razón. En algunas cosas, no en todas. Y muchas veces dices cosas que sé que son así. Siempre estás, los motivos para caer están siempre. Pero no sé cómo leerte, no sé cómo estar contigo. Si te dejo estar creo que tú tienes todo el control y me asfixias, me matas. No sé cómo entenderte de otro modo. ¿Por qué estás aquí?
- Buena pregunta. ¿Por qué estoy aquí?
- No lo sé. Estabas antes, se supone. ¿De verdad estabas todo este tiempo?. Oye, todo esto es un cuento. No estabas antes, ¿O sí?. No sé entender lo que sucede, todo es, complicado.
- Me tengo que ir
- ¿Cómo?¿ ¿Por qué? ¿ahora?
- ¿No lo notas? deja de generarte excusas y escúchate. Estamos cansados, esto no da más de sí.
- Quiero entenderte
- Tu afán por explicarme me convierte en melancolía. Ahora ya sabes que no soy determinante, que soy una parte, que también sé hablar, que te puedo dar cosas buenas.
- No sé el sentido de nada, solo quiero ser práctico, ser grande, potente, gracioso, quiero saborear la vida y enriquecerme de todo con lo que me cruzo.
- Repítete eso último que has dicho hasta que te des cuenta de lo absurdo que es. Nos vemos pronto. Adiós.
- Adiós.



12 de Febrero de 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario