viernes, 19 de febrero de 2016

Autoindulgencia

Guillermo Borja dice, que si la locura lo cura, entonces el referente debe ser el no referente.
Esto es clave. La presión con la que nos afligimos responde a nuestra propia moral.
No se trata de romper nuestros valores, pero sí reconocer nuestra autoría.
El mundo arroja mensajes dispares, no siempre los integramos. Nos ajustamos y evolucionamos con afán integrador, a veces solo buscamos la información descongraciante o buscamos compulsivamente el morbo para confirmar lo aberrante que somos. La vida es un teatro y con el histrionismo de los actores es como conseguimos la escucha. La aflicción, la culpa, confirmar la represión, la autoindulgencia, te liberan y te hacen el autor y promueven el motor que define tu consciencia de los límites. Venimos al mundo marcados, todo se hace sencillo cuando los caminos están claramente delimitados. Dudar, desconcertarse, entregarse a la danza del caos, también implica dar una explicación al caos. Y la explicación a veces martiriza, pone de relieve lo que no queremos ver, tememos la pérdida de control, el bestializarnos, explicamos las dudas con martirio, con miedo, con teorías que deponen nuestros deseos en el más retrógrado afán por sobrevivir. Eliminar los conceptos más sublimes con los que crecimos, los que sirvieron de soporte para crecer seguros. Respondemos a ellos, estamos en deuda, nos culpa ser formas poliédricas, deformes y demasiado complejas para cumplir con aquel cuadro que nosotros mismos nos designamos. Lo más triste que he hecho últimamente fue esto último, anular mi incertidumbre, suprimir una parte y consagrarme a lo que se esperaba de mí, psicopatologicé mis vaivenes y fabriqué un único marco para estar bien, ser sano y no enloquecer. Entiendo que la locura lo pueda curar, entiendo que permitirse el derecho legitimo de dudar te permite entregarte sin miedo a la tempestad. Que dentro del caos hay danza y que maniatarse para no perder nada solo nos trasgrede más. Mi única responsabilidad es inhibir el prisma en el que me encuadro y entregar mi todo imperfecto, sin promesas compensatorias, verdades parciales y fraternidades esforzadas. No soy mi moral, ni tan siquiera el caos. Sé que no soy. Pero también sé que muchos de mis complejos quieren gritar y relevarse. "solo alargaré mi mano si yo soy mi mano. Yo no soy mi contrato".

13 de Febrero 2016

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