La tesitura de agarrar los pensamientos
y no encontrar sus raíces.
La tesitura de dejar penetrar
la voz del monstruo
y no creerle.
La tesitura de dudar del impulso
que aun así cometo.
La tesitura del apremio por decir lo que necesitas,
o salir; evitar; escapar hasta que el discurso cambie
y las llamaradas destructivas no se refuercen.
La tesitura de verte consternado,
en una esquina,
entre los valores y las dudas,
entre dos universos perfectamente coherentes.
Alguien te pide que des una respuesta
certeza y firme
Levantas la mano para acariciar
el ratio de tu congoja y la garganta.
"Déjame solo" contestas,
"hasta que todo deje de ser ruido
y mis ojos puedan traslucir alguna fe conciliada
donde no sobran palabras"
28/10/16
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