A veces hago viajes espirituales
de odio.
de odio.
Todo ruido advenido se convierte en dolor.
Las extremidades se aflojan.
La creatividad asusta.
Las conclusiones acuchillan.
La fuerza se duerme.
Y todo recurso y habilidad
desaparece.
Solo me apetece aislarme en mi nicho,
porque hasta los comentarios que escucho desde la ventana
parecen pedirme socorro o anticiparme al trauma.
Cuando finalmente me quedo solo y hermetizado,
esperando que todo pase,
esperando que todo pase,
una congoja viscosa de raíces anestesiadas
me recubre,
me deja expuesto y tumbado sobre
una horrenda inflamación.
me deja expuesto y tumbado sobre
una horrenda inflamación.
Cuando todo proceso duele,
y todo recuerda a un circo de espanto.
Solo queda detenerse
Y dejar permisivo
que la ola te arrolle y te mate.
27
de Junio 2017
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