Hay emociones que atoran.
Emociones,
Que descompasan el cuerpo,
que te atrincheran en la desgana.
¿De dónde viene esto?. Te puedes preguntar.
¿De dónde este movimiento truncado?
¿De dónde este resquemor incierto?
¿De dónde este dolor sin palabra?
Te puedes preguntar.
Puedes.
Puedes empeñarte en hallar respuestas.
Frustrarte y resignarte por no dar con el click,
con el botón que despliegue
una circulación fluida de tus actos,
una circulación fluida de tus actos,
de tu voluntad, de tus emociones, de tus pensamientos…
Puedes volcarte a regresar al estatus anterior,
al cómodo referente de ese otro momento
en el que todo era como debía ser, como te gustaba.
En realidad puedes obcecarte, hasta la obsesión,
en encontrar respuestas para comprender
esa insurgencia.
en encontrar respuestas para comprender
esa insurgencia.
Sin embargo,
la clave quizás no sea
la respuesta.
la respuesta.
Regresa atrás.
A otras preguntas, aquellas
que te trasladan a un panorama más amplio,
que te trasladan a un panorama más amplio,
aquellas que abarcan tanto el malestar actual
como la euforia pasada.
como la euforia pasada.
Puede que eso que sucede tenga su razón de ser,
pero tu urgencia por salir no te permita verlo.
pero tu urgencia por salir no te permita verlo.
Tus respuestas también pueden ser evasivas
e impedirte admitir el duelo.
Ese duelo que supone renunciar (desconsagrarse)
a aquello que crees tan importante y necesario.
Ese duelo que supone renunciar (desconsagrarse)
a aquello que crees tan importante y necesario.
Aunque sea impensable para ti.
En el fondo, puede que ya sepas
En el fondo, puede que ya sepas
que así no puedes seguir
y que el placer al que te agarras
no es más que un parche ligero (y adictivo)
de tu verdad.
9 de Octubre
2017
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