domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Evitas el vértigo?



¿Estás ahí? ¿Discurres con el momento?

No hablo de explotar tu sistema del placer
hasta que se te desensibilice el tuétano.
Hablo de celebrar la construcción
de lo que se pulveriza,
de dejarte el corazón en la tragedia
inherente a cada segundo,
y amarla.


Hablo de que seas tu propio testigo,
como en un cuento de navidad.
Que observes todo lo característico
de tu particular vida
que tornas en una eterna anécdota
que parece que nunca se terminará:

Ries por pequeñas cosas,
celebras los acontecimientos,
miras a la gente que amas.
Nunca se irán, nunca envejecen.

Es duro ¿Lo sientes ya?
Es el vértigo de saber
que la paz es solo una ilusión,
que toda seguridad es falsa.

Y no es malo.

La verdad,
no sé como podría vivir sin ese vértigo.
Mira tu mano;
durante miles de años ya programaste miles de vidas coordinadas
para conseguir el gran hito de desencadenar un impulso nervioso
para levantar el brazo y hacer una caricia.
Fue algo pequeño,
pero te has olvidado de lo que costó lograrlo. 
Tu corazón es un aval, que bombea una oportunidad en cada segundo.
Tus miedos son creencias repetidas miles y miles de años
en cada generación con la misma falsa sensación de originalidad

¿Te crees relevante?
No hay más valor en que en una célula muerta de tu piel.
Convive con esa pequeñez porque solo ahí acabarás apreciando un abrazo.

Como si todo se acabara hoy mismo...
de hecho, ya se ha acabado.

¿No te recuerdas padeciendo en tu lecho?
¿No recuerdas el último pensamiento fugaz antes de apagarte?

¿Y no escuchaste las estrellas chocar?
sucedió con la misma rapidez que tus bostezos,
o que la misiva de una de tus proteínas.

Es condición de todos.
Y todos nos distraemos.

Siempre nos interesó
ver y velar a través de nuestra cultura,
construir un prisma
para hacer la vida sostenible mentalmente,
para economizarnos las preocupaciones.

La vida está detrás.

¿Cuándo nos separamos?
hombres de mujeres,
viejos de jóvenes,
monos de hombres,
ojo de lengua,
llanto de alegría.

La vida es una constante fuga de la comodidad,
¿Aun no sientes el vértigo?
empieza a celebrarlo.
Porque tu pequeñez es más sagrada
que tu autoimportancia.


 26-11-17

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