viernes, 27 de junio de 2025

La verdad no fiable

 

¿Pueden las promesas con uno mismo nacer de una fuente auténticamente espiritual? ¿Pueden las promesas ayudarte a crecer y amar?

¿O suelen las promesas más bien nacer del dolor? ¿De la corrección del dolor?

Uno busca ser auténtico.

Pero esto es solo un concepto que vaga en el intelecto, una molécula lanzada entre la materia y la nada.

Las promesas deben nacer de la verdad.

Y la verdad es aquello que sigue existiendo aunque deje de mirarse y mencionarse.

Las promesas que a mí me convienen solo se las debo a la verdad.

Y la verdad puede abrazarse naturalmente, o pueden arroparse con ayuda de otros, o pueden negarse, o pueden trasformarse en el opuesto, no hay nada peor que una verdad invertida. Que no es una mentira, sino una afirmación muy parecida a la verdad, que no es verdad. Se solía decir que el diablo se parece más a dios que el mismo dios.

Ese diablo: es ostentoso, presume de virtud, o se calla cuando hay que hacerlo y es indistinguible si hay dolor en tu mirada.

El dolor te aleja de la verdad.

Pero no el dolor en sentido amplio. El dolor restaura, es el caos que da forma al orden, es el llanto de un bebé que da lugar al reclamo de la atención de un padre o una madre. La mayor parte del dolor te cura.

Me refiero al dolor que permanece, que de tan presente se hizo inapreciable, sibilino, constante, magullante y distraído; como una fibromialgia, como un dolor de estómago, como una jaqueca que tú sabes que se debe a algo que te tormenta. 

Me refiero al dolor que no quieres mirar. 

Ese dolor te aleja de la verdad.

El dolor perenne (a veces escondido) no mira la verdad. Te hace mirar a otro lado. Quizá su opuesto camuflado o su cercano amigable.

Ese dolor se camufla a si mismo y te camufla a ti

Cuidado con las promesas

Cuidado con las promesas en nombre de la verdad

Cuidado con el dolor que sustenta la verdad.


(Quizá los arropos nocturnos no deberían sustituir los descuidos durante el día)


27-6-25

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