En el momento del poema, no se
encuentra dulce asfixia,
pompas de sentidos sin diseminar, no se
haya una dialéctica
relación que desmembre el pensamiento
para descubrir la socabada
e injectada emoción. Ni siquiera se
halla una mental y fría
correspondencia, un “qué tal” de
un “hola”.
No hay elucubrantes artificios, ni
simiente de quimeras,
no hay imágenes (ni en global ni en
detalle).
Todo se aparcó allá donde su pretexto
se germinó.
Cuando nació su razón de ser era la
potencia,
una libidinosa y pasajera exhibición
sin más motivo que ella misma.
Entonces, yo concebía un locuaz regalo
de la ilusoria elocuencia,
producto de oníricas cáscaras de
palabras, pronunciamientos
a borbotones echados en cantidad a la
conciencia y sin chequeo.
Ahora, momento de la verdad, veo la
vidriera tal cual es; monocromática.
Cerco toda esta intención con un poema
5/12/12
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