martes, 15 de octubre de 2013

TRAS EL LABERINTO

Encontrarme en el otro lado. He decidido cederme a mí mismo, abandonarme para encontrarme en el otro lado. Quizás he recibido las consignas de la carne muerta que irradia su último designio. Quizás también ha sido una melodía repetida que translucía una luz desconocida, esperanzada.

Lo cierto es que desde este sillón percibo pasivo cómo el carácter de cada estímulo lucha y se enreda en mi periferia, porque todavía no sabe a qué instancia adherirse; el yo que está o el yo del otro lado.

¿Es acongojante?, más que congoja es emocionante. Convierte cada insignificante sonido, figura, llamada o clamo en una pausa interminable donde los caracoles manifiestan su cortejo. No es letargo, es una profunda avidez por despertar lo dormido, por remover los huesos soterrados, es una profunda esperanza por atisbar mi compacto yo, mi carne unida a mi piel, mis prendas, y mi sonrisa, el reflejo de un todo.

Me apena haberlo escondido. Me alegro de su discreto y expansivo resurgir, del suave y manso imantado viraje de mis girasoles, los que la amistad plantó y que se regaron por el refuerzo constante que las fortuitas circunstancias anclaron en aquel breve momento.

Estaba claro que no podía volver a ser lo mismo, porque ya el hábito tiene un nuevo referente y porque ya se había recorrido el laberinto.

Realmente, en el otro lado ya me estoy esperando

15-10-13

No hay comentarios:

Publicar un comentario