domingo, 19 de enero de 2014

Antes de matarlo por la cocaína

La comida es como materia extraña en mi boca. No sé qué es lo que sienten los alienígenas cuando comen por la boca, tampoco sé si los alienígenas tienen boca. La boca, la boca; es tremendamente gracioso una sensación de angustia de todo lo que veo. Incluso lo que pienso; aunque no sé con qué se vincula. Hace mucho calor, esta taza hierve en mi mano y mi mano se deshace en la taza. Podría vomitar sobre todos los rostros, y seguirían sonriéndome. Yo también sonrío, aunque no sé qué es luz ni oscuridad, tampoco sé otra cosa, no sé qué es gracioso o no. Ahora el sol me pega en la cara; en realidad no tengo taza, solo son sensaciones en la mano. No tengo nada, y el sudor llena mi cuerpo. Esta chaqueta pegajosa, no sé de qué depende, pero yo no dependo de ella. Me da miedo la chaqueta, me apunta con sus mangas vacías. Debería hablar con Juanjo, él quiere dinero, ha trabajado mucho por mí, estoy tremendamente agradecido. Soy como un entregado payaso a su trabajo, m doy asco y gracia, soy un trabajador en paro, pero me esfuerzo, me esfuerzo demasiado. Estoy enfadado de trabajar tanto y que no se valoren los resultados, simplemente son tan evidentes. Traidores, eso es lo que son, unos malditos traidores; cogen mi esfuerzo y me exprimen como una naranja, sin olor; y el líquido se te mete en el ojo y te escuece, te salpica. El color me sofoca demasiado, pero el calor está aquí, y eso es importante aunque me vaya todo el rato. Él lo entenderá, aunque no me coge el teléfono y no me quiere dar nada sin dinero. ¡Quiero vomitar billetes! ¡Quiero recogerlos con mis manos! Me arrodilo ante tí, tú eres el causante de toda la felicidad, la inmensa felicidad que todo lo determina. Está por encima de las nubes, está por encima de mi sudor y mi chaqueta muerta. Y al final todo es un espejismo, un espejismo de demasiada luz y de sequía y de grillos por las calles. ¿Y por qué los coches nunca paran?. Un amigo mío lo llamaba formicación, ellos vienen y se asientan en mis sienes, y me dicen todo lo que es directamente verdad. Soy un tubérculo que anda por las calles, y si vengo de una raíz no se qué busco aquí, no sé que puede pretender un ser así en este sistema de calles, con electricidad de cables. Esta calle la conozco, es la calle de siempre y todas son iguales, aunque ligeramente diferentes. No nos engañemos hablándonos tampoco en plural. Dios, sí, estoy cansado, pero necesito una. No sé que me ocasiona, pero es demasiado y mi sudor me empapa y me liqua el cuerpo. El ácido viene del sol y el sol está en todas partes y quiero protegerme. Necesito que me protejo yo mismo porque nadie quiere. Ahora no hay muchos pero siempre. Ellos atrapan lo que es de todos y lo hacen suyo como sucedía en el colegio. Yo buscaba demasiado y solo quiero eso. ¡Juanjo siempre lo tiene!,¡Siempre el caparazón y no necesita salir! Pero yo soy un caracol y el sol ahora es demasiado, la casa que el caracol arrastra está rota, es de papel, y lo siento en el corazón. Es el momento de respirar hondo, y esos malditos monstruos que ya me tienen cansado ahora me esperan tras la puerta. Este lo conozco toda la vida y si no quiere compartir le ayudaré con lo que dejé dentro de mi chaqueta. Es solo una chaqueta de Dios, tengo que confiar en que si se muere luego puedo volver a cogerlo. Y si llevo el muerto conmigo luego tampoco pasa nada, porque si él es un monstruo, ella tampoco puede vivir. El timbre circular donde tienes que meter el dedo dentro del plástico blando, así es como la puerta se abre, y vapor verde que huele, ese será el que me empuje si no se canaliza".

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