Recabar
suficiente información como para verse a si mismo en perspectiva.
Descubrirse como individuo indeterminado, producto del azar. Se
descarta información que explica esa situación y se mantiene
cerrilmente la idea con consonancia de que hay agentes externos que
operan en mi, por mi importancia.
El ego, la inseguridad, ese el fondo,
la necesidad de sentir que discurrimos bajo cierta preprogamación que
nos supedita. Para ello no nos permitimos trascender de nuestros propios procesos mentales nos escandilamos ante la ligereza de ideas y
no vemos que todo gesto y movimiento mental está en función de la
gestión que hacemos de la información, está en función de cosas como
nuestro estado, expectativas o amenaza percibida, estrés, sustancias
endógenas...
Nos enamoras del pensamiento y nos atamos a su atractiva
voz sin saber desligarnos incluso del objeto que le pensamiento quiere defender como verdad.
Entender constantemente que nuestra opinión de las cosas es perfectamente relativa, perfectamente imperfecta.
Tanscender con una explicación imprecisa, pero real de las cosas que
trascurren en nosotros. Aprender a desconfiar sin recelo salvo de lo
verificado una, dos , tres y novecientas veces, aquello que más nos
acerca a la realidad inmediata de las cosas, que nos permite intervenir
en nuestros problemas reales.
Las creencias que mantienen nuestra supervivencia te desligan de la sencillez de lo relevante, te hacen
someter tu comportamiento a una teoría flotante y consolante que lo
que hace es impedirte ver la realidad de tus condiciones, unas mas
tristes que otras, unas con más resistencia a querer exponerse y
enfrentarse a esas reacciones tan legitimadas por su propio sistema
de ideas, como la culpa, el ridículo, la indignidad.
En ese sistema
flotante uno acaba flotando con ello y espera que todo se aliene en
su justa medida sin entender por qué debiera ser así, sin atisbar las
razones de un compromiso que nos acerque a una vida más adaptativa.
Que la fe no caduque puede incluso llegar a ser e motivo per se de la
propia verdad cuando no hay ni una más que se quiso mirar, cuando ella es
la única que se mantiene erguida, sin cimientos en el vacuo espacio del entendimiento.
Al
final solo es evitación de esa verdad tildada de cruel que desde
pequeños nos metieron en el culo, maquetaron nuestra jerarquía de
preferencias y prioridades, nos dejaron caer en consuelos
colectivos. A veces intuimos que ese temor es lo que mantiene estas
teorías; si la humanidad viviera en la constante epifania de esa
verdad, quiza se extinguiria.
Estar preparado para ver la vida como
real, no como una ficción que nuestro pensamiento desdibuja.
Alejando
la desgracia, eternizando el instante en un objeto material vacuo. La
identidad ideología, cultura, todo depende de estar verdad subyacente,
la verdad cruel que la vanguardia grita, la verdad cruel que el
psicoanálisis no consigue precisar, la que los científicos sacan y
el pueblo asume con una venda en los ojos, como una verdad de fondo que jamas llega a trasformarse en la profunda noción de los seres.
Que
hipócrita tendencia al gregarismo, que hipócrita tendencia a pensar
libremente.
Esa gran verdad flotante. La única verdad, que solo se soporta bajo la construcción, tu construcción
21 de Diciembre de 2013
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