martes, 4 de noviembre de 2014

Y dale con Dios (Diciembre 2013)

Y dale con Dios.
¿Alguien le ha preguntado cuantas veces intenta predecir
e interesadamente se olvida de sus actos?
No.
Encuentra esa ocasión fortuita de inexplicable acierto con su estocástica
suerte y lo llama destino o dios. 
Y automáticamente convierte todas las voces del resto de doctrinas en 
secundarias y rudimentarias. Ya no escucha y refuta
sin elaborar la información no congruente.
Y entonces se aferra afectivamente a su creencia y no quiere huir de ella,
porque esa creencia representa sus miedos y esperanzas,
le da fuerzas para pensar que no todo depende de ella, supone una confianza incondicional y flotante en el sentido de la vida,
una señal anhelada desde lo más hondo por completar su ser,
por aceptar todo lo que pasó, todo lo injusto.
Y de pronto el mismo azar con voz de destino secuestra todas esa incertidumbre y le da un sentido inmediato a todo,
y tu organismo se predispone a ello y se crispa y chirría y Dios vuelve a la humanidad como tantas veces la razón intento echarlo.
Esta vez vuelve a ser una vez, ser con más la cohesión, más estabilidad.
La necesidad de entender, irrumpe en ti y tu inteligencia se va al carajo sin más resistencia para soportar tanta duda.

Y vuelta al ciclo y parece que cuanto más duda
más razones tiene ahora uno para defender a su Dios
eximido del dolor, de su culpa, en la conformidad del saber primitivo.

16 de Diciembre de 2013

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