Hoy el viento está
alterado. Puede que los árboles se despierten, o puede que la propia
fuerza de los sabios ocasione estos aspavientos. Lo que es cierto es
que los cuervos no desarticularán las alas en su vuelo y que las
bandadas volarán misioneras y a mi orden.
Las páginas de
estos libros pesan, pero es tiempo de izar lo sabido, y de agitar la
vara sobre mis siervos. La gran ventana, ese mundo externo y oscuro,
el gran séquito cada vez más teñido por los dictámenes del señor
“¡Seguid produciendo, no paréis!”. Debemos aprovechar
ahora, ahora que se respira paz y los caballos oscuros solo
despiertan rumores desde la espesura, ahora que la longevidad de los
árboles, y el exterminio de sus compañeras, enlentecen aún más su
marchito discurso.
─Mi
señor ─me giro. No aprendió
lo de las interrupciones─ mi señor, ya lo tenemos.
Empezamos en el
subsuelo. La premura no se obstaculiza. La materia prima nos rodea.
Solo es necesario la determinación, y ser discreto con el mecanismo.
─No
está nada mal ─respondo ─este
es más fuerte, mucho más fuerte, antes de preparar una espada a su
medida asegúrate de que no es demasiado tozudo.
Todos acaban siendo
similares, pero es lo normal, fueron germinados para la misma
función. Pero he observado diferencias en la jerga entre las
distintas hordas, eso es lo que me preocupa.
¡No es por mi por quien lo hacéis, recordad a quién
servís!. La discreción es importante. Traed a mis semejantes,
tratadlos del mismo modo. Su discurso será duro, pero yo ya sé qué
es y qué no es corrupción. Necesitamos que el señor lo transforme
y que el valor de la vida y el todo nos rija. Un árbol negro y
pétreo no necesita un fértil empeño para brillar, ni tiene que
sufrir los caprichos de los bravucones. Lo negro es estable y yo soy
la penúltima rama de toda una hondeada jerarquía. El incipiente
crecimiento del imperio permitirá exterminar la plétora del caos, y
los reyes de turno desacralizarán la gloria. Nosotros perpetuaremos
un mundo que toma parte de la propia muerte.
─Señor, he estado
pensando, era lo de la misión que propusiste, hay un modo de hacerlo
─Te
dije que podríamos estar cerca de la corona. Pero sé que eres
débil, muy débil, aún no confío en ti .
Ya estamos
disponiendo las fichas, la partida empezará y los enemigos verán el
juego desarrollado. Lo urdimos en silencio. Pese a ello, solo hay un
sabio que puede sospechar, aunque su inquietud solo conseguirá que
su ojo acabe en la aguja. Pese a mi confianza, no lo desestimo,
siempre fue bastante avispado a pesar de que fuera gris.
La ventana, la
ventana del mundo.
Grandalf, si quieres
indagar, acabarás enfrentándote con el blanco antes de que lo
esperes.
20-4-14
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