jueves, 20 de febrero de 2014

EL APÉNDICE - DIVIDICO POR CAPÍTULOS SIN SOLUCIÓN DE CONTINUIDAD

Fotografía de un apéndice

CAPÍTULOS:

1- El pensador compadeciente
2 - El poeta en el río.
3- el pensador crítico y discursivo
4- el poeta en el río, otra vez


CAPÍTULO 1- El pensador compadeciente

(un señor amable, que toma un arrebato de resignación, está en un consulta con su mejor amiga. Tiene mucha labia, aunque todo lo que dice es articulado perfectamente se nota cierta vacilación en sus palabras, en las pausas mira por la ventana e incluso olvida que su amiga está con ella).

¿De qué se compone esa materia refractaria que se encuentra entre mi mirada y los objetos? Quizá está más bien descompuesta, o en ella se concentra la carga frustrante del contumaz esquema que resiste, como los apéndices.
Si el apéndice sobreviviera a costa del sistema digestivo sería más que obvio que se trata de un error. Pero cuando vemos a través del error ¿Cómo discernirlo? ¿Cómo ver más allá cuando una ligera variación del hábito ya es otro mundo? ¿Cómo ver más allá si nos obligan a tomar determinación con inmediatez? 
Las cosas son las que son, nos dicen, y nos lo repiten en todos los niveles y todos los lenguajes, y legitimizan esa afirmación hasta el punto de que nos sintamos enfermos.
Resulta que tu posición también se racionaliza en su esquema hegemónico "solo somos vagos, somos una voz fútil de la escala más desnoble del saber".
Te matan, como si el acervo cultural precediera a la vida. Nos dicen que nacemos para insertarnos en un mundo fraguado por manos solventes. Pudren el tiempo, avivan la desgana, desmantelan nuestros motivos y sin quererlo se deconstruyen a sí mismos, porque no entienden que hasta lo supeditado forma parte de una unidad indivisible.

CAPÍTULO 2- el poeta en el rio.

(es solo un poeta en el río)

¡Apéndices! Manchas concentradas, puentes de vida que alzan su cirugía para operar en la mentira. Agua sinusoidal, madre que ostenta sus llanas voces. Ritmo, metro, tono..; secuestro de esa impresión irrecuperable, que a la vez impide el acceso. Muelles que rebotan del sistema y nos recuerdan qué somos y dónde estamos. Cánticos materiales, sugestiones institucionalizadas, rebeldía silente de los perros.

CAPÍTULO 3- el pensador crítico y discursivo

(tiene aspecto estrambótico, tiene las piernas cruzadas como si se empeñara en sentir la presión en su glándula reproductora. Tiene el pelo largo y rizado, parece una peluca. Le habla a un peluche).

La jerarquía económica supuso un obvio error, un apéndice tangible, al menos tras las doctrinas que así lo denotaron y que emanaron de una coyuntura particular, como las que lograron abolir la esclavitud por supuestos principios deontológicos. No se diferencian al fin y al cabo en su determinación por el materialismo dialéctico. 
Los psicoanalistas insisten en el desplazamiento de los síntomas, y que la censura del objeto conlleva a una sofisticación de los mismos. No nos engañemos, la palabra "síntoma" resulta útil para detecar la manifestación a la que nos referimos, pero habría que profundizar sobre la adecuación del término.
La idea que ahora interesa es que cuanto más sofisticado se vuelve el síntoma, más sutil resulta su patente, más ilusión de confort se empeña en su esfuerzo y más confuso resulta también la integración de todos aquellos elementos disonantes (malsonantes, para las altas eminencias en la competencia lectora), que sencillamente acaban por apartarse y constituir un mundo onírico donde los artistas de élite acceden para proclamar, con sus dos tablas de piedra y predicación, cuáles son los mandamientos estilísticos. Es consabido por los psicoanalistas que en la plena implicación del síntoma uno obtiene beneficios secundarios, a veces no tan secundarios, que permiten mantener la adicción por el bucle sintomático, y que la manifestación del síntoma se rige por un principio hedonista, cuyo fin es la catarsis y que resulta plenamente endógeno., egocéntrico y que adem....

CAPÍTULO 4- el poeta en el río, otra vez

(solo es un poeta en el río).

¡Apéndices!, suciedad acumulada a base de pajas de artistas con chistera. Acumulación de mercurio que los imanes sacan de los termómetros, y nos alejan del rió, del mar.
Y nos alejan del  más óptimo relativismo que nos dejaría llegar a la raíz, un silencio desapegado de doctrinas, ahora maltrechado por la grasa de las manos que alzan coronas arbitrarias y que alimentan, sin que nos demos cuenta, nuestra resignación,
que engordan el apéndice.

20-2-14

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