martes, 28 de octubre de 2014

Ejercicio escritura - pedir deseos a las estrellas (2013)

Escribía las palabras sin cesar, desde una postura un tanto incómoda, no sabía cómo articularlas exactamente y temía cometer alguna notable falta de ortografía. La lluvia se cernía sobre él, y el cielo estaba a punto de vomitar un torrente de agua. Había descartado desde hace tiempo la incorporación de techumbre en su actividad; prefería mirar el cielo. En ocasiones todo el campo celestial estaba despejado y podía disfrutar de las estrellas, nunca sabía qué encontraba en la vacilante quietud de los astros, pero le tranquilizaban. En más de una ocasión contempló alguna fugaz. Nunca jamás pedía un deseo, alguna vez había contado a los demás la recurrencia con la que observaba este fenómeno y todos reaccionaban con pavor cuando declaraba que no le gustaba pedir deseos. Él lo consideraba injusto, pasaba demasiado tiempo mirando el cielo, quizá el fenómeno antropológico de pedir deseos no tenía otra función que la de consolar o justificar el tedioso tiempo que hombres como él pasaban contemplando el cielo -sin más remedio-. Quizá cuanto mayor cantidad de deseos un hombre llegaba a pedir a  las estrellas, otras fugacidades más asibles, y probablemente más carnales, acababan tentándole en su imaginación tan solo teniendo en cuenta que en su tediosa quietud otras muchas fugacidades de otra naturaleza estarían ocurriendo en aquel momento. En su pesimista voluntad de perder el tiempo con observaciones de poca elaborada ciencia astral, no había nada más consolante que coleccionar deseos -nada que ver con las estrellas-pero que en la fuente de su soledad habían tenido tiempo de diferenciarse de éstas. Renegar, pedir un deseo para él era renegar de su nostalgia. Observar su futil, aunque constante presente, y no disipar en futuros deseos la noción de que todo podría ser repentinamente cambiado. Renegaba del hábito, del mismo modo que esperanzaba encontrar otros más adecuados, y en su disidencia de evitar pedir deseos se encontraba un profundo, tácito y modular deseo del cual él mismo no encontraba el adecuado orden de palabras para transmitir, ni tan siquiera para traslucir a su consciencia, aquello que eran nimiedades soterradas, a esas ilusiones que, sin incluso pretenderlo, se inclinaba con cierta ironía o mofa.

(Noviembre o Diciembre 2013)

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