lunes, 15 de noviembre de 2010

MIEDO A LA ABERTURA (12-04-10)

Cuando el hormigueo del cráneo desampara a los cortejos de las cafeteras y los saludos.Cuando los ojos de tan abiertos se tornan asimétricos, y sólo se puede sucumbir a esa horrorosa belleza que se disfruta en privado.

Es el momento lo que abre las entrañas, lo que estremece los pelos de los brazos, lo que hace balancear la cabeza al son de algo que se siente, con una definición secuencial.

Desde el riguroso trono del caos; alguien ha decidido otorgar orden de palabra a las inquietudes. Pero su varita, la responsabilidad de sintonizar, su mirada; es insentenciosa.

Sin embargo, ahora, por la beligerancia de la brisa, gracias a esta chispa del momento, todo se permite fluir sólo, como el huracán para el dios que flota en el mar, con un preciado orden, diagnosticado como desorden, por encima de todos sus enchufes y sus resquicios, pero en este instante, el adolescente no se compadece, disfruta de la arrogancia.

Pero no me engañaré, ese es el miedo, el miedo de que todo vaya como debe ir, y te encuentres en el ruido de discoteca con todo perfectamente petrificado, con tu control. En ese momento, hay energía suficiente, como para atar todos los cabos que se precisen, no hay coacción, no hay fantasmas que tiran de ningún elemento, todo es un énfasis infinitamente cuantitativo, como una aguja convertida en cohete, que se dispara hasta su agotamiento, y que cose todos los contornos, en una dirección.

Pero todos esos animales del interior, que gritan, que celebran la unión, solamente están borrachos, y se resisten al complejo. Y no merece la pena soñar con utopías, ni con la conquista del concilio, en esta inapaciguable celebración.

No cesan de suscitarse imágenes de cortejo, levantamientos de triunfadores, lluvias parceladas con gotas en categorías que se privan del chaparrón, palabras, que han encontrado un momento de esparcimiento, para brotar, como una especie reprimida, como la sangre de los arañazos.

Debajo de esta sonrisa, que disfruta en su periferia de autenticidad, que me alegro ante ella, está mi conjetura, mi control. Y no le otorgaré el beneficio de lo incauto, y no dejaré que pincele ahora los matices de las definiciones, primero, dejaré que el miedo se pondere.


Poco a poco, se desarrollará la confianza en el sistema autómata de mí mismo, puestos a soñar, quizás un día prescinda de estimulantes


FRAN ANDREU 12/04/10

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