Las luces se han apagado, las nubes se han disipado sin descargarse, las gotas se han congelado y
divisan su trayectoria desde una cima panorámica, como pájaros armoniosos, llevados fijamente a su consumación.
Las palabras se esfuman como estrellas súbitas, inadvertidas y desechadas por el firmamento. Entre una caida insentenciada, un paso nunca terminado de dar, tú rostro se ha levantado, chorreando sinuosamente su pavoroso clamor.
Sólo ha sido una mirada perpleja, que condesciende en todo mi movimiento interno, que remueve
todo mi sabor a él ya hartamente saciado. Súbitamente los dormidos han cobrado vida y y han
detectado que siguen respirando.
Sólo ha sido tu recuerdo, brotado del más evidente escondite: la primera vena de mi pulso, tan
originaria y sencilla; que nunca manifestaba su presencia.
Emerges de la nada; te mantienes durante inmedibles segundos; y me agitas, amenazando cada
perceptible presente con la ausencia; para al final esfumarte, con la más progresiva invasión de lo
superfluo, con las paredes rectas de mis más habituales límites.
Y creo que ya dejo de latir porque no escucho mis propios sístoles, te acercas como un ángel
providencial que ha perdido sus consignas, que ha arrojado sin querer la muerte en su propia cuna.
Ya te has esfumado, consumida en la lejanía por tu cada vez más mengue expresión, y ahora te
busco entre cielos abastecidos de puntos blancos, sin palabras que reclamen tu contorno, entre olas ahora débiles y continuas busco mi repentino ahogamiento, mi oxigenación inminente que me hace sentir hasta la más completa retícula de mi mismo.
Pese a que mis pasos se dirigan ciegos al siguiente camino, seguire escuchando tu silencio,
esperanzando que tus ojos desmembrados no dejen de mirarme, y que sobre el eco del eco, algún
día sientas la mera reverberación de mi mero sentido.
16-05-09
FRAN ANDREU
No hay comentarios:
Publicar un comentario