El tiempo se encierra en el núcleo de las rocas que aprieto.
Con mis manos ocupadas, fuera, solo observo a los muertos pasear;
sonriendo y abrazando a sus vacíos. Fantasmas; dormidos insurrectos,
el cielo se acecha sobre ellos; llueven hebras caídas de un oscuro telar.
Existo entre dos infinitamente cercanas secuencias de tiempo
La materia evoca mi venenoso suspiro;
proveniente de la incesante cuestión por resolver.
Eso, eso y eso, ¿pero donde donde está el primer hilo?.
Impaciente luz, que gira como el ciclo de un juego, desde el amanecer.
Vida y muerte, muerte y vida, pequeñas notas azarosas e insignificantes
que dan coherencia a esta ajena melodía que nunca termina de crecer
19/03/09
FRAN ANDREU
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